viernes, 12 de marzo de 2010

La perla de Rafael

Raffaelo Sanzio (Urbino, 1483-1520), más conocido por Rafael, es una de las figuras cumbres del Renacimiento italiano. Junto con Leonardo da Vinci (30 años mayor que él) y Miguel Angel Buonarroti (8 años mayor) forma el trío de los grandes maestros de este período.

Este es un autorretrato:




Fue un gran arquitecto y, sobre todo, un genial pintor. En contraste con sus rivales (Miguel Angel lo detestaba), su pintura se caracteriza por la serenidad y la armonía en el colorido y la composición. Todos sus cuadros destilan dignidad y elegancia.

Pese ser el más joven de los tres genios renacentistas, fue el que tuvo una muerte más temprana. Falleció un Viernes Santo, justo el día que cumplía 37 años, presa de unas fiebres que le habían dejado exhausto.

Rafael tenía un status de "superestrella" en Roma. Su taller, lleno de discípulos, recibía numerosos encargos de la alta sociedad del momento; el Papa Julio II (el mismo que contrató a Miguel Angel para la Capilla Sixtina) le confió la pintura de los frescos en varias grandes estancias vaticanas. Nuestro artista vivía con bastante lujo en un palacio romano, rodeado de respeto y admiración. He aquí la pintura rafaelina que más me gusta: La escuela de Atenas, pintada en las estancias vaticanas. En ella aparecen los principales filósofos griegos de la antigüedad, entre ellos una mujer, la ahora famosa Hypatia de Alejandría:



Sólo había un detalle en la vida del artista que extrañaba a la mayor parte de la gente: ¿por qué no se casaba y se aferraba a su soltería?

Leonardo y Miguel Angel también permanecieron solteros. El primero, por falta de interés en las actividades lúbricas (tenía cosas más importantes que hacer); el segundo, por su declarada homosexualidad. Pero ¿y Rafael?. El poderoso cardenal Médici, deseoso de que el pintor se casase con su sobrina, María Bibbiena, consiguió un compromiso matrimonial. Sin embargo, Rafael fue posponiendo la boda una y otra vez, alegando diversas disculpas. Nunca llegaron a casarse, y María quedó como la eterna novia del genio de Urbino. (Nota al margen: ¡qué desgracia que todos estos genes geniales no se hubiesen transmitido!).

La clave de este misterio residía en un enigmático retrato que Rafael guardaba -y enseñaba sólo a sus discípulos de confianza- entre sus más preciadas pertenencias. En él se ve a una mujer joven y atractiva, con el busto desnudo. El título del cuadro es "La fornarina", es decir, la panadera. ¿Quién era la modelo del cuadro?.



Los pintores renacentistas tenían la costumbre de reflejar numerosos símbolos en sus cuadros, símbolos que contienen un mensaje que puede descifrarse. Así pues, podemos ver y también leer estas pinturas. ¿Qué nos dice el artista en el retrato de "La fornarina"?

En primer lugar -y resulta obvio- el origen humilde de la modelo: el título indica que trabaja en un horno de pan.

En segundo lugar, hay un detalle que resulta llamativo por el contraste: del turbante que sujeta el cabello de la mujer, pende un colgante con una perla. Una chica de pocos recursos no puede permitirse esos adronos. Alguien poderoso se la ha regalado. ¿A cambio de qué? De lo único que la joven puede ofrecer: su belleza y su feminidad. Es su amante. ¿Y por qué una perla y no otra joya? Aquí hay una nueva pista. La palabra "perla" en griego se dice "margarita" (la famosa frase evangélica "no le eches margaritas a los cerdos" se refiere a las perlas, no a las flores). Pues bien, la perla puede indicarnos que la chica, amante de un hombre adinerado, se llamaba Margarita.



En tercer lugar, vemos que en el brazo izquierdo de Margarita un brazalete. Es una marca de pertenencia. Si nos acercamos podemos leer el nombre del dueño de la muchacha: Raphael Vrbinis, Rafael de Urbino. El artista estampó su firma en ese lugar con toda la intención. Margarita, la panadera, era la amante del pintor.



En cuarto lugar, el fondo del cuadro aparecen unas plantas. Entre ellas se distinguen un membrillo y un mirto. El membrillo se consideraba un símbolo del amor carnal y era utilizado en el rito matrimonial como un buen augurio y también como símbolo de la fecundidad. El mirto, por su parte, se asociaba a Venus y era la planta del amor y el deseo.

Y en quinto lugar, otro detalle significativo. En el dedo anular de la mujer no hay, aparentemente, nada extraño. Sin embargo, un examen cercano muestra como la pintura se retocó en ese lugar, añadiendo varias capas para ocultar algo. ¿De qué se trata? Exámenes recientes con Rx muestra que ese retoque fue muy posterior a la fecha de ejecución del cuadro y oculta... un anillo de boda. ¿Se casaron en secreto Margarita y Rafael? Probablemente por eso nunca llegó a casarse "oficialmente".



Hay otro retrato pintado por Rafael, "La Dama del velo", en el que la modelo luce una perla en el cabello. Se trata, en efecto, de Margarita. En ambos retratos se aprecia la delicadeza y el detalle con el que el artista pinta a su modelo, el cariño que pone en cada trazo.


Todos estos datos se apoyan con ducumentación de la época. Todo el mundo sabía que Rafael tenía una amante, lo cual era habitual. Lo que ya no era tan habitual es que esta relación durase años y que la chica fuese de una extracción social humilde. El genio de Urbino lo llevaba con total discreción, protegiendo a su amada. Giorgio Vasari, pintor y escritor contemporáneo a Rafael, aporta interesantes testimonios. Nos presenta al maestro como un hombre de gran virilidad, dependiente en exceso de los placeres carnales y totalmente enamorado de su amante. Para ilustrarlo, nos cuenta las dificultades que encontró el banquero Agostino Chigi para que el pintor finalizase la decoración de las bóvedas de la villa Farnesina en Roma. Más pendiente de su amante y del amor que de pintar, su mecenas no tuvo más remedio que acoger a la pareja en su palacio, para que de este modo no se separaran y acabara el trabajo.

Las investigaciones historiográficas han determinado que la chica de la perla tenía por nombre Margherita Luti. Le llamaban «La Fornarina» por ser hija de un panadero (en italiano fornari) de origen sienés llamado Francesco Luti, que vivía en la Via del Governo Vecchio.

Si hemos de creer a Vasari, el motivo de las fiebres que enviaron a Rafael a la tumba no fue otro que entregarse a los excesos de la pasión y del amor: "Y enamorado de los placeres y abusando de la práctica, en una de estas contrajo unas fiebres que los médicos creían que era una insolación por imprudencia suya, no confesando el exceso que se lo provocó. Le sangraron cuando más falta le hacía su sangre para recuperarse de la debilidad en que se zambulló. Por lo que hizo testamento como honrado y cristiano disponiendo medios para vivir a su amada la envió fuera". Desde luego, Rafael amó a su perla hasta la muerte.

A pesar de su presencia en las pinturas, la existencia de Margarita parece haber sido mantenida cuidadosamente en secreto bajo envolturas, si no por Rafael, entonces al menos por sus discípulos de confianza. Probablemente fueron ellos quienes taparon el anillo nupcial del retrato de La Fornarina. Para acallar los rumores, éstos colocaron en la tumba del maestro una placa en recuerdo de su novia perenne, Maria Bibbiena, como si ambos se unieran finalmente tras la muerte. Margarita, en cambio, fue enviada lejos, para protegerla de maledicencias y de una posible venganza del cardenal Médici. Cuatro meses después de la muerte de Rafael, el convento de Santa Apolonia del barrio romano del Trastevere registró la entrada de una "viuda Margarita", hija de un panadero de Siena.

Este romance de amor imposible (pero que los amantes hicieron que fuera posible) inspiró a muchos artistas. El más destacado es el genial retratista francés del
siglo XIX Jean-Auguste-Dominique Ingres, que inspirado por la sonrisa de la fornarina, pintó a Rafael y su amante en una tierna escena. Un siglo después, Picasso retrató sus citas en una serie de dibujos explícitos (para mi gusto, horribles). También el novelista Honore de Balzac mencionó a los dos amantes.

He aquí el cuadro de Ingres:


Y un cuadro de Schiavoni, del mismo tema:

domingo, 7 de marzo de 2010

La semana pasada estuve en Madrid. Una ciudad que me ha llenado en muchos aspectos. Uno de ellos el conocimiento. En una estancia en esta comospolita ciudad no podria faltar una visita al magnifico Museo Nacional del Prado.
He comtemplado obras que me han tocado profundamente el corazón. Me ha gustado todo, pues cada obra tiene su devido valor. Pero yo tengo mis preferencias y algunas las dejo para que vosotros podais compartir conmigo este bonito momento que he vivido y no quiero olvidar.

Me gustaria poner todo pero voy fijar en los eróticos. Empezando por el erostismo pintados por Goya de la Maja vestida y la Maja desnuda. En su epoca eran apresentadas una por encima de la otra para para sorprender los cortesanos.



Las Gracias descritas en la teogonía de Hesíodo, eran tres Aglaya, que significa resplandeciente, Eufrósine que quiere decir gozosa y Talía floresciente. Fruto de lso amores de Zeus , erna virgenes puras que vivian con los dioses, asistian los baquetes y despertabna la alegria de vivir. Estaban al servicio de Afrodita, la diosa del amor, y nunca conocian el aburrimiento.



Madrazo también me ha tocado el corazon con este precioso retrato de la Condesa de Vilches. Su cuerpo fuerte, sus brazos rotundos prueban una belleza muy atractiva para gustos refinados. Esto todo combinado con una fisionomia dulce y tierna. Deslumbra los ojos de conocedores de real belleza y salud con su vestido color azul.